lunes, 10 de febrero de 2014

"Con lo que nos costó llegar hasta acá"

Esa necesidad de expulsar todos los demonios que me consumen. Gritar y llorar, reír sin parar, dormir para soñar utopías en este largo caminar lleno de incertidumbres y nostalgias, alegrías y bienvenidas. Demonios que juegan con mis estados de ánimo, que algunas veces me confunden y otras me hacen sentir completa. Demonios que son productos de mis caídas y de mi aprendizaje, de mis ganas locas de vivir en libertad. Esa libertad que me embriaga de arrebatos, de pensamientos que ruborizan mis mejillas, esa libertad que asume compromisos, con la que dibujo mi vida, mi forma de pensar, de reír, de explayarme. Que no me limiten mis argumentos, que no me limiten mis movimientos, mi lenguaje de gestos, tan escandaloso. Esa libertad que me atribuye un poquito de exageración a cada una de las mil historias por contar. Esa libertad por la que confío que ser feliz todos los días es una decisión. Una libertad, no sé si madura, pero que me permite crecer como persona de forma independiente, alegre y ocurrida. No una libertad de carácter feminista ni libre de machismos, sino una libertad que busque la propia condición humana de ser libres. Una libertad que se manifiesta en las cosas más sencillas, que me permita llevar mi cabello alborotado, vestir con pañuelos de colores, escandalizarme con las noticias alegres y fruncirse con las amargas nuevas si importar tiempo ni espacio. La libertad de caminar desnuda, libre, sin etiquetas ni protocolos, sin máscaras ni sonrisas vacías. 

Una libertad que puede caminar de la mano junto a la libertad de otro ser humano, de la mano de quien no busca imponer su forma de ver la vida, su forma de cómo llevar correctamente la vida. De la mano de alguien diferente, no convencional a las normas sociales, que no se canse de aprender, que se siga sorprendiendo a diario con lo inesperado, que no cargue con el peso de los años, que no se piense perfecto, que sea fiel a sus principios de hombre libre. Un ser humano que me ame por como soy en lo público y en lo privado, en nuestra intimidad, que no me cele, que confíe en mí, que no me interrogue, que le guste discutir, que busque siempre cosas nuevas por descubrir, descubrirme. Que me enamore todos los días por sus acciones, no por complacerme. Un hombre que le guste sonreír y también llorar. Un ser humano que sea diferente a mí, pero que en ese mar de diferencias nos encontremos para amarnos, para caminar juntos siempre alegres, felices. Un ser humano que ame también su libertad y ame ser libre.