Ahora nuevamente acaricio con letras y palabras todas estas ideas que abundan mi cabeza.
Después de vivir en un letargo que me impedía continuar sin saber que la
siguiente parada –y no la de ahora- sería una montaña rusa llena de alegrías y
desilusiones, hoy respiro tranquila. Hoy estoy otra vez feliz.
Quizá sea necesario librarse de tantos miedos todavía. Heridas que no están abiertas, únicamente
dejaron huella. Arrebatos que al final del día terminaron con un sabor amargo a
soledad. La gana de complicarse siempre por no encontrar un sendero duradero,
lo eterno. Esa maldita palabra, esa
maldita construcción que por mucho tiempo me cegó buscando algo imprevisible.
Buscando algo que ni yo misma puedo dar. Porque no estoy para quedarme, sino
para caminar. Estoy para vivir, para sonreír, para luchar.
(escrito el viernes 12 de octubre de 2012)